Querido diario:
Sí, lo sé, no debería llamarte diario si no le doy continuidad escribiendo todos los días, pero es que hay días en los que me cuesta la misma vida hacer cualquier cosa.
Además, ¿qué te voy a contar? Muchos días la única diferencia que hay con el anterior es qué es lo que más me duele ese día.
Noto el paso del tiempo como una ilusión. Me cuesta determinar si un día es ese, el anterior o el siguiente. Por ejemplo, sé que la última vez que me duché fue cuando fui al médico por última vez, pero soy incapaz de determinar si eso fue anteayer o hace una semana. ¡Yo qué sé!
Las medicinas las guardo en un pastillero y veo si el hueco se ha quedado libre o no, si no sería un caos, especialmente en temporadas en las que debo tomarlas a puñados. Ahora no es el caso, ahora tengo pocas, solo tomo unas 10 cosas o así, unas 20 pastillas al día. Aunque eso no es bueno, no te creas, es señal de que nadie está intentando nada nuevo para curarme.
En fin, creo que ayer lo que más me dolía era el brazo derecho y la cabeza un montón, no podía ni levantarme sin marearme. Hoy me duele todo desde la parte baja de la espalda hasta la punta de los dedos de los pies, casi no puedo ni andar. Así que en eso es diferente hoy de lo que te conté ayer, si es que te conté algo. Quizá incluso esta sea la primera anotación y ayer solo pensé en iniciar un diario. ¡Yo qué sé!