La niña que cambió el mundo

Aunque pueda sonar un poco raro, hubo una vez una niña que tenía super poderes, y gracias a ellos cambió el mundo para convertirlo en lo que hoy en día conocemos. Sin ella las cosas no serían como son hoy en día, sin ella es seguro que yo no sería quien soy, ni vosotros podríais estar leyendo esto. Vamos a conocerla.

Ada Lovelace child portrait Somerville College

Nació en 1815, y aunque su mayor logro lo realizó cuando tenía 26 años, todo lo que hizo fue gracias a su dura infancia, a lo que vivió, a lo que aprendió y a quién la rodeo.

¿Su nombre? Augusta Ada Byron, también conocida como Augusta Ada King o Ada Lovelace.

Lord Byron coloured drawing

Su padre, (Lord) George Byron, era un tipo peculiar. Uno de los principales poetas del romanticos, quien era tremendamente volatil.

El día de su boda le dijo a su nueva esposa «te arrepentirás de haberte casado con el diablo». Así fue. Tras un año tortuoso, y sólo un mes y cinco días después del nacimiento de Ada, su madre se hartó de él y se marchó. Los motivos podrían ser muchos: aunque fuese un Lord y un artista famoso, las deudas lo perseguían; además era bisexual y la sodomía no estaba bien vista en esa época. Para colmo una de sus amantes era su propia hermanastra, con la que estaba completamente obsesionado.

Ada nunca llegó a conocerle. Tras el abandono, él escapó de sus acreedores huyendo del país y 8 años después murió en Grecia. Ada no salió de Inglaterra hasta los 10 años, momento en el que hizo un viaje de 15 meses alrededor del mundo.

Annabella Byron (1792-1860)

Su madre, Anna Isabella Noel Byron (Annabella), venía de una familia que le había permitido estudiar. Esto hizo que se preocupara desde el principio de que la pequeña Ada estudiase, sobre todo su matería preferida: matemáticas.

Al parecer, fue muy estricta con su hija. La obligaba a seguir un rígido horario y no solía dejarla jugar con otros niños. La rodeaba de adultos para que se cultivase y aprendiese, ¡y vaya si lo hizo!

MarySomerville

Con la mayoría de estos adultos interaccionaba en las fiestas y eventos sociales, pero con algunos tuvo un trato más cercano.

Por ejemplo, la matemática Mary Somerville hizo de mentora de Ada llegando a tener una muy estrecha relación con la niña.

Por tanto, la infancia de Ada estuvo casi completamente centrada en el estudio. Además, sufrió varios problemas de salud que la mantuvieron largos periodos postrada en cama, dónde su único pasatiempo era estudiar y leer libros, teniendo a su imaginación como único medio para escapar.

Difference engine plate 1853

Gracias a Somerville, Ada conoció a un señor llamado Charles Babbage.

Este había ideado una máquina analítica que servía para calcular números. Nunca se llegó a construir, pero Ada se interesó mucho por dicha máquina.

Trabajó en la traducción de un artículo de Luigi Menabrea, en el que hablaba de la máquina de Babbage, y comentaba como se podía usar.

Sin embargo, Ada no se quedó en traducir el artículo que definía el posible uso. Fué mucho más allá.

A esa traducción le añadió unas notas. En ellas añadíó muchos conceptos importantes.

Por ejemplo, sus contemporáneos sólo habían pensado en usar la máquina para realizar cálculos matemáticos. Ada, quien tenía una imaginación muy entrenada, vió mucho más allá. Fue la primera persona en abstraerse de las «simples» matemáticas y en darse cuenta que los números se podrían asociar a cualquier cosa (por ejemplo música) y así usar esa máquina para absolutamente todo lo que se quisiera:

» Supongamos, por ejemplo, que las relaciones fundamentales entre los sonidos, en el arte de la armonía, fueran susceptibles de tales expresiones y adaptaciones: la máquina podría componer piezas musicales todo lo largas y complejas que se quisiera».

Fue capaz de un nivel de abstracción tan alto, que incluso se dió cuenta de la similitud de esta máquina con otra contemporanea pensada para una función completamente distinta. El telar de Jacquard, una máquina inventada en 1801, fue la primera en usar tarjetas perforadas para cambiar sus acciones. Fue el precursor del uso de estas para transmitir los programas y los datos a los ordenadores que se usaron durante los años 60 y 70 del sigrlo XX. Pero no nos perdamos, eso es otra historia que deberá ser contada en otro momento.

Además, en la última de las notas escribió algo que cambió completamente el mundo. En su famosa «Nota G», Ada diseño y explicó el modo en que deberían de usarse tarjetas perforadas para transmitirle a la máquina el modo de calcular los números de Bernoulli (unos números representados por la función zeta de Riemann que sirve para definir la distribución de los números primos). Esta nota se considera el primer algoritmo pubicado, y aunque no llegó a testarse nunca porque la máquina no se construyó, podemos decir que Ada fue la primera persona programadora de la historia.

A los 36 años murió de un cancer de útero. Hoy, casi el único recuerdo que nos queda de ella es un lenguaje de programación nombrado en su honor, que se creó en los años 70 para unificar el lenguaje de todos los proyectos del departamento de defensa de Estados Unidos de América (otra historia que deberá ser contada en otro momento).

Sin embargo, en la mano de todos está usar la imaginación para visualizarla trabajando, para recordarla imaginando lo que podría ser el mundo y hacerse con esas máquinas que estaban empezando a surgir. Su capacidad de abstracción, sus experiencias vividas, y el poder de una mente tan capaz e imaginativa cambiaron el mundo a lo que es hoy en día, permitiendo que yo programe ordenadores y que vosotros podáis leer estas líneas.

 

El desconocido que dio voz a Stephen Hawking

Hace unos días que Stephen Hawking, un hombre ligado a una silla por el ELA al que hemos oído durante décadas desvelarnos los misterios del universo con «su» voz enlatada, falleció. Pero… ¿cómo llego a tener esa característica voz? ¿Por qué no evolucionó y mejoró durante los años como cabría esperar? Veamos.
Computer and speech synthesiser housing, 19 (9663804888)
Los que me conocéis, sabéis que siempre me ha gustado jugar con programas que hablan, alguno aún me recuerda ese addin que hice para el messenger que me leía los mensajes que recibía, de tal modo que no necesitaba tener la ventana en primer plano e interrumpir mi trabajo para enterarme de lo que me decían.


Hoy vamos a conocer al hombre que hizo posible esto, que es el mismo que dió voz a Stephen Hawking. Su nombre: Dennis H. Klatt.

 

 

En 1985, cuando a Stephen Hawking le practicaron la traqueotomía de urgencia que lo dejó sin voz había principalmente dos entidades trabajando en sintetizadores de voz.
Kraftwerk Vocoder custom made in early1970sPor un lado estaban los laboratorios Bell, que tenían el Vocoder, un aparato que le sirvió de inspiración a Arthur C. Clark para el ordenador parlante HAL 9000 en su 2001: A Space Odyssey. No fué su única inspiración, ya que no es casualidad que HAL sean las letras que van en el alfabeto por delante de IBM, pero eso es otra historia que tendrá que ser contada en otro momento.

DECtalk DCT01 and Tink
By EmgaolOwn work, CC BY 3.0, Link

Por el otro lado, la empresa Digital Equipment Corporation ya tenía un prototipo llamado DECtalk que estaba principalmente basado en el trabajo que estaba realizando el Dr. Klatt en el MIT.

Tras el éxito de Siri nos puede parecer algo sencillo, que siempre estuvo ahí, pero en realidad en el año 85 los avances que se habían hecho en síntesis de voz eran reducidos, aunque se hubiese trabajado en algunos artilugios parlantes desde principios del milenio.

Tras la intervención a Stephen Hawking, le adaptaron un DECtalk para que pudiese oirse el texto que escribía. Los detalles son más complicados, pero en resumen, este aparato usaba 300 grabaciones de la voz del mismo Dennis para componer los mensajes que el Dr. Hawking escribía.

Se cuenta que el primer mensaje que salió de este aparato fue una solicitud de ayuda para acabar de escribir A Brief History of Time. Llamadme escéptico pero, aunque suene muy idílico e inspirador que lo primero que quisiese Hawking tras «recuperar» la voz fuese acabar un trabajo inconcluso, estoy seguro que lo primero fue un «probando» o puede que un «rascame la espalda por favor, que me pica desde hace tres días».

Desgraciadamente, mientras Klatt trabajaba en la síntesis de voz también luchaba contra un cancer sometiéndose a quimioterapia. El cancer lo dejó a él también sin voz y poco después, el 30 de diciembre de 1988, finalmente murió.

Stephen, que siempre estuvo agradecido a Dennis  (de hecho le mandó una carta para demostrar su gratitud y una invitación a visitarlo la cual Klatt nunca pudo llegar a aceptar) se mantuvo usando esa voz durante años, por lo tanto cuando oímos las palabras de Stephen Hawking, estas nos llegan con la voz de Dennis H. Klatt.

Son muchos los avances que se han producido en el campo de la sintesis de voz y estamos acostumbrados a hablar con Siri, Alexa, Google Assistant o quien sea cliente de Movistar con Aura. Muchas veces le propusieron al Dr. Hawking cambiar la voz de Klatt por otra que sonase mejor, pero a pesar de permitir que se hicieran mejoras internass, rechazaba tajantemente el cambio con un «Thank you, my late friend Dennis’ voice is my voice» (Gracias, la voz de mi amigo Dennis es mi voz).

Cómo contratar personal técnico en el mercado actual

Como sabéis, uno de los servicios que ofrezco es el de ayudar a contratar personal técnico: desarrolladores, arquitectos de software, analistas, data scientists, UX, DevOps, etc. Os voy a contar el porqué de mi éxito con algunos clientes con los que las más populares empresas de recruitment fallaron estrepitosamente.

Photo by rawpixel.com

Hoy en día, los que tenemos perfil tecnológico, recibimos ofertas de manera constante y llega un momento en el que el volumen de estas y lo mal planteadas que suelen estar, provocan el que dejemos de tener ganas de atenderlas.

Dada mi experiencia, tanto participando en procesos de selección como llevándolos a cabo, creo que puedo dilucidar algunas de las claves de porque pasa esto y cómo yo lo contrarresto.

La mayoría de los reclutadores no hablan el mismo idioma que los candidatos.

Photo by Amador Loureiro

En la mayoría de los casos que he visto los reclutadores son psicólogos, abogados, administrativos, gente de ADE, etc. Estos, como es natural, no suelen tener demasiados conocimientos tecnológicos (aunque me he encontrado muy gratas excepciones, he de decir). En muchas ocasiones su carencia de conocimientos es tan llamativa que les lleva a situaciones ridículas, como por ejemplo preguntarte por abreviaturas que no tienes en tu curriculum vitae mientras si tienes el nombre de la tecnología sin abreviar.

¿A quién no le han preguntado por su «experiencia con W3C»? ¿O le han preguntado cómo era que no sabía SQL a pesar de poner en LinkedIn todos sus años de experiencia con bases de datos? 

En mi caso, al venir del desarrollo (y seguir en él) y al haber manejado tantos proyectos distintos con tecnologías distintas, esa brecha es mucho más pequeña.

Obviamente, no conozco todo lo que existe. Sin embargo, mi afinidad hace que me resulte más fácil que a un psicólogo entender un conjunto de tecnologías que desconozco como para poder hablar de ellas en una conversación con sentido.

La mayoría de los reclutadores no entienden lo que mueve a los candidatos.

Photo by Clark Tibbs

A partir de una cierta cantidad de dinero con la que alguien tiene sobradamente cubiertas sus necesidades, el dinero deja de ser una motivación. Sobretodo si eres el tipo de persona que elegiría una profesión en la que toda la vida vas a necesitar seguir aprendiendo y vas a tener que trabajar duro para mantenerte al pie del cañón. A ese tipo de personas les mueven muchas más cosas.

Sin embargo, para muchos reclutadores parece que el dinero es lo único que ven como una justificación para tomar una decisión sobre una posición. No entienden que preguntes por el proyecto, por el equipo con el que vas a trabajar, o que no quieras desplazarte una hora para ir de tu casa al trabajo (y otra para volver).

¿Quién no va a preferir estar haciendo Aura con Chema Alonso antes que una aburrida web corporativa? ¿Quién no va a preferir trabajar rodeado de cracks de los que poder aprender que estar sólo ante el peligro sin nadie que le apoye?

Por mi parte, yo he tenido (y tengo) esas inquietudes. También me he visto diciendo que no a pesar de que la oferta económica fuese ruborizante, o incluso cuando me han dicho «pon tu la cantidad, da igual la que sea».

Por tanto, yo antes de hablar con ningún candidato, me entero bien de todas esas cosas que también me preocuparían a mi: ¿cómo es el proyecto? ¿con quién se va a trabajar? ¿con qué tecnologías? ¿cómo se organiza el trabajo? ¿se puede trabajar en remoto? ¿y si un día quiero ir a un hackathon? ¿voy a poder hacer mis propios proyectos o tendré que firmar una cláusula de exclusividad? Esas y muchas más son las cosas que les inquietan a la mayoría del personal técnico, ya que por suerte la mayoría está decentemente pagado.

La mayoría de los reclutadores no respetan el tiempo de los candidatos.

Photo by Ahmed Saffu

Tal vez sea por falta de educación, o porque para «cazar» a uno tienen que contactar a muchos, pero la mayoría de los reclutadores no te mantienen informado de como progresa el proceso, llegan tarde a las entrevistas o las cambian en el último momento.

¿A quién no le han dejado en ascuas tras tres entrevistas y cuando llamas te dicen que «el cliente está esperando la aprobación de Londres desde hace un mes, se me pasó avisarte para que no estuvieses pendiente»? ¿Quién no ha tenido que esperar a pesar de llegar puntual a la entrevista?

Personalmente, intento respetar el tiempo de los candidatos tanto o más de lo que me gusta que respeten el mío. Salvo causa de fuerza mayor no muevo algo que ya estuviese agendado e intento estár siempre disponible en el minuto exacto. Además, en cuanto el cliente me da algún tipo de feedback, se lo traslado al candidato de ipso facto, de tal modo que no tenga que estar pendiente.

También es cierto, que aunque entiendo que hay imprevistos y por lo tanto no es determinante, tomo nota de cuando un candidato me había dicho que estaría disponible a las 19 y llega a las 19:05.

Estas tres cosas son las principales de las que yo veo que no acaban de funcionar en los procesos de selección actuales. Por ellas creo que un informático con experiencia en la gestión y contratación de gente (un servidor), está teniendo éxito al encontrar gente para empresas que no han podido encontrar técnicos que les encajen ni con la ayuda de las «mejores» empresas de recruiting.

La ley de la oferta y la demanda no sólo funciona a la hora de hacer clientes, también hay que tenerla en cuenta a la hora de conseguir montar buenos equipos. Si se da una situación como la actual en el sector tecnológico, en la que hay muchos más puestos vacantes que personal cualificado para cubrirlos, hay que poner toda la carne en el asador para vender tu empresa y tu proyecto a los candidatos tratándoles como si fuesen el más importante de tus clientes.

Cómo ser feliz en el trabajo y en la vida

Actualmente vivimos en un mundo que corre raudo y veloz hacia ninguna parte. Cada uno tiene su experiencia que le lleva por su propio camino pero ese camino debería, cuanto menos, ser un camino feliz.

Me preocupa mucho que en las últimas semanas varias personas se hayan sorprendido porque ante su pregunta de «¿qué tal?» les haya contestado con un «muy feliz», acompañado de una gran sonrisa y de ningún «pero».

No soy psicólogo, ni coach, ni creo estar en posesión de la verdad universal. Sin embargo, supongo que en base a mi experiencia, he llegado en mi camino a un punto en el que me veo capaz de decir que soy y estoy feliz sin ruborizarme y es gracias a un truco que aprendí trabajando y que tiene una «fácil» aplicación a cualquier faceta de la vida.

Photo by Josh Felise

Vivimos rodeados de lo que algunos llaman «pornografía del éxito«.

Todos publicamos nuestros aciertos, las metas que hemos logrado, publicitamos los grandes momentos sin ningún tipo de pudor.

¿Quién no tiene en Facebook o Instagram a quien publica fotos de ensueño con su pareja? Aunque cambie de pareja cada mes.

¿Quién no sigue en Twitter o LinkedIn a alguna empresa o emprendedor que cuenta incesantemente cada pasito exitoso? Y puede que para ese bueno haya dado antes mil traspiés.

Es más difícil, sin embargo, ver a gente contando que ha fallado, que las cosas no han salido bien, o al menos no tan bien como cabía esperaba. Que no se ha hecho cima.

Esto no es una denuncia, es normal cuando se quiere parecer cool o vender. Es como con el chiste de aquel que tenía un caballo genial: le hacía el desayuno, llevaba los niños al cole, limpiaba, … Cuando por fin lo vende, el comprador le dice que todo eso no era verdad, que el caballo no hace nada más que comer y tirarse pedos, con lo que el vendedor le responde: tú sigue hablando así del caballo y verás a quién se lo vendes.

Sabiendo que es lo habitual, que la gente intenta vender, todos deberíamos ser conscientes de que no siempre lo que se cuenta representa del todo la realidad, de que tal vez esa llegada a la cima tenga algo de artificial. Sabiendo esto no deberíamos de fijarnos en sus éxitos a la hora de poner nuestras metas. No deberíamos esperar que como a ellos «todo nos salga genial», o precisamente que como a ellos «todo nos salga genial» sin ser así del todo.

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Y de esperar va el asunto, porque la mayor fuente de frustración e infelicidad que me he encontrado siempre en el desarrollo de proyectos, es una mala gestión de las expectativas.

Las expectativas son algo muy de cada uno, por eso es importante verbalizarlas al comienzo de los trabajos, para que todo el mundo espere los mismos resultados. Una cosa es comenzar a andar hacia arriba y otra esperar llegar al refugio con chimenea, al lago que queda a mitad de camino o a la cima.

Además, las expectativas son cambiantes. Cuando comenzamos a subir una montaña no sabemos si el tiempo cambiará, si nos torceremos un tobillo o si nos encontraremos un río que seremos incapaces de cruzar. Por esto es muy importante que ante cualquier eventualidad actualicemos las expectativas que tienen todos los implicados.

Y así con todo, las expectativas no siempre se cumplen pues cuando las establecemos y las actualizamos tendemos a ser ambiciosos, a buscar el máximo de lo que nos gustaría conseguir, por lo que no es nada malo dividirlas entre dos para tener una meta intermedia, un hito en el camino para que si sólo hemos llegado hasta él no nos sintamos tan frustrados y nos demos cuenta de que realmente hemos tenido éxito.

Photo by Jared Erondu

Gestionar las expectativas es algo que he ido aprendiendo proyecto tras proyecto, cliente tras cliente y equipo tras equipo. Unas veces ha salido mejor que otras y aún a día de hoy sigo aprendiendo matices y mejorando poco a poco. Pero es algo que tiene una aplicación sencilla en el día a día, ya sea cuando vamos a practicar un deporte, cuando conocemos a gente o cuando organizamos un cumpleaños sorpresa.

Aun así, tal vez no sea infalible. Hay quien dice que el propio hecho de «ser feliz» es una meta, y que a lo mejor nos deberíamos preocupar de estar bien, de ser un poco más felices… pero en cualquier caso, una buena gestión de las expectativas en el trabajo y en la vida nos hará más felices a nosotros y a todos los que nos rodean.