Querido diario:

Hoy he recibido fotos de Eva y Juan ¡con el pequeño Dylan!

Se ve que nació anteayer, en mi calendario tenía apuntado hace una semana que salían de cuentas y no les quise preguntar porque sé que en esos momentos ya estás que no puedes más, deseando que salga, harta de contestar a toda esa gente que te pregunta “¿ha nacido ya?” como niños pequeños en un viaje de peli de sábado tarde, y con miedo e ilusión por partes iguales. Hay que respetar a los padres y sus tiempos.

Lo de Dylan no sé si será por Bob Dylan, por Dylan Thomas o por modernez, pero Dylan ya ha pasado a la lista de “sobrinos” que tengo por conocer. Está creciendo muchísimo, supongo que es cuestión del boom general que hay sumado a que mucha gente de mi entorno está en la edad.

Las noticias de embarazos y nacimientos son de las pocas alegrías que tengo, aunque siempre me dejan un sabor agridulce.

Creo que en estos años de enfermedad se me ha acabado de pasar el arroz. Aunque yo quería, mis últimas parejas en los años previos no estaban dispuestas a formar una familia (o no conmigo), y claro, yo las quería por encima de todo porque, así que tenía que querer y respetar esa parte también.

Además, seamos sinceros, aunque esto no fuese genético (que es una de las opciones que siempre se ha barajado) en cuyo caso no me arriesgaría a hacer pasar por este suplicio a ninguna criatura, si mañana de repente me curase físicamente ¿cuánto tiempo iba a tardar en estar realmente bien? Llevo años cogiendo miedo a muchas cosas, siendo incapaz de hacerlas con seguridad, y siempre me quedaría un miedo atroz a recaer. En fin…

Asumo que ya no podré tener descendencia, pero siempre me quedarán mis sobrinos y mis “sobrinos”.

Autor: Javi López G.

Arquitecto/desarrollador, creativo, buscador de nuevas soluciones y modelos de negocio, crítico constructivo y ex muchas cosas