Querido diario:

Hoy he tenido cita con la psicóloga.

La verdad es que tuve mucha suerte porque fue la primera que encontré por Internet, y el único motivo para elegirla (sin saber yo nada de tipos de terapia) es que tuve la sensación de que le gustaban los animales porque a veces hace terapia con caballos.

Nadie que se dedique a ayudar a personas y le gusten los animales puede ser mala persona, así que era un gran comienzo.

Sé que hay gente que necesita probar varios psicólogos para encontrar alguien con quien sentirse cómodo. Yo tuve la suerte de enamorarme desde el primer instante. No ese tipo de amor, aunque sea excepcional (y lleva anillo :), me refiero a ese enamoramiento de «me lo quedo», de «este tipo de cosas son las que quiero en mi vida». En la primera cita fue tan clara y sincera que no me pude resistir:

  • ¿En qué te puedo ayudar?
  • No sé si me puedes ayudar pero estoy en esta situación… (y le conté mi rollo).
  • Pues tampoco sé si voy a ser capaz de ayudarte, pero lo podemos intentar y ver qué pasa.

No me lo podía creer, pero era la primera profesional sanitaria que no me trataba como a un crío ni se comportaba como tal. Afrontó la realidad y la planteó sin decoraciones ni vaselina. No hubo excusas.

En las siguientes visitas me ayudó mucho y me dió ejercicios, pero lo mejor fue que cuando fue empeorando mi salud tenía mejores herramientas para gestionar lo que me ocurría y evitar que fuese todo aún más desastre.

Lo mejor que he hecho ha sido buscar ayuda desde el principio en todos los rincones, y la mayor suerte que he tenido ha sido encontrarla a ella, que aunque sea por ser su trabajo, es la persona que más me ha acompañado en toda esta locura.

Autor: Javi López G.

Arquitecto/desarrollador, creativo, buscador de nuevas soluciones y modelos de negocio, crítico constructivo y ex muchas cosas