Querido diario:

Hay días que me planteo escribirte pero no sé qué contarte. Mi vida es tan monótona y rutinaria que da igual que historia elija, que seguro que encaja en ese día.

Me despierto sobre las 8, medicina y si me toca desayuno.

Me vuelvo a dormir hasta las 12 si no tengo que ir a ningún sitio, en caso contrario me duermo en cuanto vuelvo hasta las 14.

Como, si me toca, sobre las 14 y a continuación medicina y me voy a echar la siesta. Caigo a plomo, como si no hubiese dormido nada en tres días.

Me suelo despertar entre las 17 y las 19, depende del agotamiento y los dolores, y a eso de las 20 ceno si no tengo nada al día siguiente y tras más medicinas me voy a dormir hasta que la rueda vuelva a empezar.

En los huecos que estoy despierto voy mucho al baño, no creo que haga falta detalles.

Además de los dolores base (abdomen, articulaciones, cabeza, riñones…) cada día me suele doler fuertemente algo. A veces las piernas, otras la tripa, otras todo el cuerpo como cuando tienes fiebre…

Mientras, mi cerebro no es ni una sombra de lo que era, así que poco lo puedo aprovechar los ratos que estoy despierto.

Algún día me sorprende, y todo me duele lo normal, ese día intento dar un paseo cortito, o dibujar algo, o llamar a alguien que crea que puede necesitar esa llamada.

Y ya está, esa es mi vida, todos los días durante los últimos años se repiten una y otra vez como si fuese Phil Connors, pero sin el toque divertido que le da Bill Murray. Eso los días que no hay una sorpresa, que suelen ser entre malas y muy malas.

Todos los días me pregunto si puedo y si quiero seguir así. Lo intento muy fuerte pero cada vez me cuesta más encontrar motivos para dar una respuesta positiva. Me agarro a cada clavo ardiendo pero ya tengo las manos achicharradas y pocas expectativas de mejora. ¿Qué va a ser de mi? ¿Cómo va a ser el resto de mi vida? ¿Va a seguir así?

Autor: Javi López G.

Arquitecto/desarrollador, creativo, buscador de nuevas soluciones y modelos de negocio, crítico constructivo y ex muchas cosas