Ya no recuerdo cuando pude empezar a disfrutar del trabajo en remoto, pero el teletrabajo de verdad sé que me llegó cuando empecé a ser freelance. Hay mucha gente que idolatra ambos, cada uno busca lo que no tiene, pero todo tiene sus pegas (igual que sus virtudes) así que vamos a repasarlas para ser conscientes de lo que perseguimos.
Durante la cuarentena del 2020 (nunca se sabe cuando un post será leído 🙂 la gente que se vio obligada a trabajar en remoto por no poder salir a la calle, tuvo que tratar de hacer malabares para cuidar de las personas a su cargo mientras hacía un amago de trabajar en remoto manteniendo las «viejas» costumbres: reuniones en directo, horarios fijos y una fuerte dependencia de los subordinados con sus responsables.
Algunas empresas vieron una oportunidad en la implantación del teletrabajo, principalmente por la reducción de costes.
Algunos empleados vieron una oportunidad en la implantación del teletrabajo, principalmente por permitirles vivir dónde quisieran.
No sé como evolucionará, hay mucha incertidumbre sobre cómo será la nueva normalidad, pero supongo que habrá algunas empresas que adopten realmente el teletrabajo y otras que vuelvan a ser exactamente como eran. Y sí, en este punto menciono sólo a las empresas, porque desde hace mucho tiempo creo que la posibilidad del teletrabajo depende más de los procesos de las empresas que de las capacidades de los trabajadores.
En cualquier caso, hay pegas para unos y para otros, así que veamos algunas:
Competencia salarial
No voy a profundizar mucho en este tema, ya que tuvimos un interesantísimo debate entre muchas personas que todos podéis ver en Twitter, pero decir que aunque el ideal es que el sueldo dependa de la valía (de lo que aportas) la realidad es que el sueldo depende de la oferta y la demanda.
El teletrabajo le da a las empresas acceso a más oferta de trabajadores y a los trabajadores acceso a más demanda de empleo… Sin embargo, lo contrario también es cierto: el teletrabajo da más competidores a las empresas, a quienes les costará luchar con otras empresas de zonas más ricas; y más competencia a los trabajadores, que tendrán a los 8 mil millones de personas del planeta como potenciales reemplazos.
Es un tema muy profundo y, si os interesa, de verdad creo que deberíais seguir ese debate en Twitter que fue tremendamente respetuoso y sensato, pero a la vez se plantearon muchísimos escenarios e hicieron pensar a más de uno… a mi lograron hacerme cambiar de idea, no digo más.
Costes
Lo del salario es un punto en el que se fija todo el mundo en un primer acercamiento, pero los costes totales a evaluar son muchos más.
La regulación del teletrabajo en España es más bien parca, pero es fácil entender que si una empresa tiene a su plantilla teletrabajando tiene un ahorro de costes por no necesitar disponer de unas instalaciones, por ejemplo.
Dado que los medios de producción los ha de proporcionar la empresa, hay elementos claros que deben correr a su cuenta. Si, por ejemplo, yo necesito un ordenador para realizar mis labores, nadie me discutirá que ese ordenador lo debe costear la empresa.
Ahora bien, ¿qué pasa con el techo bajo el que trabajo? ¿Y los suministros de agua, luz, o conexión a Internet? ¿Y mi teléfono móvil? Aquí ya empiezan las dudas, y siempre se puede optar por repartir los costes ¿verdad? Y claro, no basta con preguntarse si la empresa tiene que asumir todos o parte de esos costes, si no si el coste debería ser igual de cara a la empresa independientemente de dónde esté localizado el trabajador para evitar posibles discriminaciones en función de dónde vivas.
Pero sigamos profundizando. ¿Quién está a cargo de la limpieza de las instalaciones de trabajo? ¿Y de que se cumplan las normas de seguridad física? Las seguridad digital mejor ni la tratamos, porque el caos que puede ser el teletrabajo para un equipo de sistemas no me lo quiero ni imaginar…
¿Y la comida? Como el empleador tiene la obligación de proporcionarte un sitio dónde comer o pagarte la comida, es posible que tuvieses «tickets» para pagarte el menú del día en los restaurantes de la zona. Pero ¿ahora? Por un lado, el empleador no puede quitarte un derecho adquirido, y menos si remplaza parte del salario que probablemente te ofrecieron cuando te contrataron. Sin embargo, como trabajas desde donde quieres, bien podrías querer desde un sitio en el que puedas comer con normalidad. Incluso es posible que gracias al teletrabajo ya no necesites ni hacer horario partido. Entonces ¿qué sentido tienen los tickets más allá de ser un remplazo de parte de la retribución que a las empresas les salía barato?
Orden y comunicación
Los horarios son una gran complicación siempre, es muy difícil dar con algo que encaje a todo el mundo.
Siempre he sido muy partidario de la felxibilidad total. Creo que en general, la gente es responsable y cumplidora si les dejas. Ahora, si les tratas como a niños pequeños nunca lo serán.
Para tener una flexibilidad total, necesitas llegar a un alto grado de teletrabajo: el asincronismo.
No es necesario que todo el mundo esté trabajando a la vez si todo el mundo sabe cuales son sus objetivos y tiene a su alcance todo los recursos que necesita para conseguirlos.
Sin embargo, alcanzar ese punto de autonomía para los trabajadores no es fácil en muchas empresas.
Hay muchas que dependen del conocimiento o del trabajo duro de unos pocos que son los que tiran del carro y de los que depende el resto del personal.
Además, hay algunas personas que necesitan que se les establezca un horario concreto, ya sea porque no saben desconectar o porque no sepan conectar. Hay gente que no es suficientemente responsable para hacer su parte si no tiene una supervisión.
Formación, evaluación y promoción
Y con la supervisión hemos llegado a un punto muy interesante que es un gran problema para todo el mundo (como si los anteriores fuesen pequeños). Aunque en el título haya usado 3 palabras lo podríamos resumir en una: evolución.
En una oficina, puedes entrar siendo programador junior y sentarte junto a un senior que te ayudará y enseñará lo que sabe (si no, no es senior). Además, el senior o algún otro responsable observará tu trabajo y decidirá si se te promociona.
Sí, ya sé que el ideal de la evaluación es usar criterios objetivos pero, al igual que ocurre con el tema de los salarios, la realidad es muy distinta. En la mayoría de las empresas la evaluación se hace con criterios completamente subjetivos y el desempeño se mide por poco más que la observación directa. ¿Cómo se adaptará eso en un entorno en el que no hay tal observación?
¿Cómo la empresa promocionará a la gente que vale para más de lo que está haciendo y aprovechará sus cualidades? ¿Cómo la gente que puede aportar más valor conseguirá una promoción en lugar de estancarse y frustrarse? ¿Será el cambio de empresa la única forma de promoción? ¿Querrán las empresas contratar a gente que nunca ha tenido las responsabilidades que tendrá si va a teletrabajar y será difícil de supervisar?
La evolución se complica mucho para todos cuando desaparece la cercanía, y es que la cercanía aporta mucho además de verse las caras.
Falta de cohesión
La desaparición de la cercanía puede ser mucho más problema de lo que parezca en un principio y puede desembocar en una falta de cohesión total.
Comer con compañeros, tomar un café, verles la cara de preocupación… puede ayudar mucho a empatizar. El no verles nunca puede hacer que los deshumanicemos, provocando que sólo nos preocupen nuestros objetivos y olvidando que formamos parte de un grupo en el que los objetivos de todos son importantes para que la máquina funcione.
A muchos empleados esto les parece una tontería, porque «ellos hacen su trabajo ¿no?». Pero es un arma de doble filo. ¿Qué pasa cuando la gente va a por lo suyo sin preocuparse de los demás? ¿Cómo se defienden los derechos de los trabajadores? ¿Dónde queda la organización y el preocuparse por lo de los demás tanto como por lo de uno mismo? Es algo que se lleva viendo años en el sector de la informática donde ese egocentrismo hace que un sector que podría tener la fuerza de parar el mundo no sea capaz de conseguir un triste convenio que regule sus condiciones de trabajo.
Reconocimiento
Esa falta de cohesión, es un alto riesgo y puede influir en muchos aspectos. Uno de los más importantes es el reconocimiento. No ese reconocimiento que se demuestra con ascensos, si no el reconocimiento del día a día, ese ACK de los protocolos de redes que sirven para verificar.
Este reconocimiento es algo transversal a todos los puntos que hemos tratado y es el que más me cuesta explicar.
La mayoría de las personas no son/somos muy directas. Además la mayoría de las personas son/somos un mar de dudas.
De la gente directa puedes esperar que te diga cuando algo está mal, por lo que si no te dice nada puedes asumir que todo está bien. Perfecto, siempre y cuando tus inseguridades no hagan mella y no te ahogues en ese mar de dudas que es el «¿qué pensará? ¿Verá bien lo que he hecho?».
Por este motivo, el teletrabajo precisa que todo el mundo se convierta en personas francas y directas que lanza mensajes explícitos siempre, estén las cosas mal o estén las cosas bien. Que pregunten «¿qué te parece? ¿Crees que esto está bien?» y/o, sin esperar a que les pregunten, digan: «esto no está bien»; pero también: «has hecho un genial trabajo».
Esto para algunas personas (las más expeditivas) es trivial, pero para muchas es realmente difícil de conseguir.
Impuestos
Aunque pierda este encadenamiento de temas que llevaban unos a otros, no puedo cerrar sin hacer una breve mención de un tema que tiene mucha tela que cortar.
En el apartado de costes hablábamos de los suministros, pero ¿y el impuesto de recogida de basuras? ¿Dónde deben ir todos los impuestos generados por el desarrollo de una actividad?
Para no complicarlo mucho mirémoslo sólo con el prisma del ámbito estatal. Si me voy a trabajar a un pueblecito perdido en una montaña de una comunidad periférica, el coste de alquiler presumíblemente será menor que si lo hago desde una gran capital de una de las comunidades más ricas. Pero… ¿y el acceso a la sanidad? (que ahora todos estamos convencidos que debe ser pública y universal ¿no?) o ¿el acceso a una conexión de fibra que me permita realizar mi trabajo? Probablemente, dependan en gran medida de la inversión que haya hecho la comunidad correspondiente pero si la empresa está localizada en otro sitio, los impuestos no le llegarán a dicha comunidad para que pueda invertir.
Conclusiones
Aunque el teletrabajo es algo que a primera vista pueda sonar muy interesante, no es un tema baladí.
Conste que yo soy muy partidario de él, ya que creo que mejora la productividad y la calidad de vida, pero también creo que conlleva una gran cantidad de cuestiones que hay que valorar.
Como hemos visto, algunos de los problemas que pueden surgir son:
- la competencia
- los costes
- el orden
- la evolución
- la cohesión
- el reconocimiento (tipo ACK 🙂
- los impuestos
Eso sí, estos son puntos sobre los que pensar, porque nunca hay que olvidar los beneficios del teletrabajo ya sean la mejora de la productividad o que se acaben las discusiones sobre el termostato.
¿Qué pensáis?