¡Qué viene el hombre!

En el debate sobre el estado del bosque los ciervos pidieron ayuda alarmados porque el hombre les estaba matando sin medida. – Tienes que entender que no podemos tomar partido, es algo entre tú y el hombre. Posicionarnos a favor de uno o del otro no sería correcto. – ¡Pero también ha matado a muchos lobos! No es cosa nuestra sólo. En ese momento intervinieron los afectados.

– Por alusiones. Aunque efectivamente algunos lobos han caído, no nos identificamos con ellos pues erran rebeldes y no se supieron adaptar a los nuevos tiempos. El hombre es nuestro amigo. Si bien es cierto que cuando está de mal humor nos puede lanzar alguna patada, seguramente por haber hecho algo mal, si le lamemos la mano nos suele echar algo de comer, o incluso nos acaricia y nos deja compartir su fuego. Así que a nosotros no nos metáis.

Tras mucho revuelo, intercambio de opiniones y excusas, se aceptó por votación con el único voto en contra de los ciervos que el hombre, como cualquier otro animal, tiene derecho a cazar cuanto quiera.

Al siguiente debate sobre el estado del bosque los ciervos no acudieron, y esta vez eran los jabalíes los que se quejaban de una caza excesiva, aunque esa cuestión ya había quedado zanjada en el anterior debate. Los jabalíes intentaron meter en el debate la tala de algunos árboles del linde, pero a nadie le pareció importante. Por último, los lobos plantearon que el hombre como animal habitante del bosque debía ser aceptado en los debates, algo a lo que todos vieron sentido.

Pasó el tiempo, ni los jabalíes ni los ciervos se presentaron en el siguiente debate, pero esta vez los zorros intervinieron. -¡El hombre nos está matando de manera ilegal! Ni siquiera lo hace para comer, nos despelleja y nos deja tirados… -Ejem, perdonen hermanos del bosque- interrumpió el hombre- no podemos permitir esas acusaciones infundadas, nosotros respetamos todas las decisiones que ha tomado esta asamblea que nos reconoció el derecho a cazar cuanto quisiéramos como animales del bosque

-Pero aquella norma llevaba el sentido de la caza de herbívoros como los ciervos o los jabalíes. Los zorros como carnívoros somos menos y nuestros únicos depredadores nos cazan muy excepcionalmente. – Eso no se especifica en la norma y las decisiones tomadas no se pueden cambiar y son inamovibles. Hay que mantener las costumbres, ¿o vamos a ir cambiando las normas según favorezcan o no a un animal que nos cae mejor que otro? ¡Eso es discriminación contra el hombre!

-Gracias hermano lobo. Nosotros hemos sido siempre una parte más de esta comunidad, nuestros antepasados se han movido por este bosque durante miles de años, pero acataremos cualquier decisión del consejo absteniéndonos en la votación.

Nuevamente el consejo falló a favor del hombre: las normas no pueden modificarse a conveniencia.


En el siguiente debate del estado del bosque ya eran bastantes menos las especies representadas, y muchas de las que estaban ya convivían con el hombre de un modo u otro. En esta ocasión las ardillas intervinieron. – La tala indiscriminada de árboles nos está dejando sin casas y sin alimentos, y ya no sólo es en los lindes que hacen que el bosque sea cada vez más pequeño, si no que además hacen caminos por mitad que nos impide llegar a cualquier sitio saltando de árbol en árbol.

– Bueno, no será para tanto. Además¿cuánto espacio necesitan unos minúsculos roedores para vivir? Nunca hubo norma contra la tala, y siempre hemos cortado árboles para cubrir nuestras necesidades. Ahora ni siquiera lo hacemos por nosotros si no que además de nuestras casas construimos corrales y cercados para esos animales que han decidido por propia voluntad convivir con nosotros. Además necesitamos hacer caminos pues no nos resulta tan fácil como a vosotras atravesar el bosque que es de todos.

Cómo ya se había determinado que no se podían hacer normas del bosque específicas a favor o en contra de unos animales u otros, no salió ninguna decisión de ese debate. Además era cierto que era tradición que el hombre usase madera y las tradiciones hay que mantenerlas.

En el siguiente debate del estado del bosque había muchos menos animales representados y el mismo bosque en sí ya no era ni la mitad de lo que era. – Esto es una tontería y una perdida de tiempo, propongo que en adelante sea el hombre quien tome todas las decisiones respecto al bosque ya que es amigo de todos y mira por nuestro bien.- dijeron los lobos.

– Eso no es cierto, a nosotros nos persigue y pone trampas- dijeron los ratones. – Eso es porque os metéis en sus graneros y le coméis la cosecha- ladraron los lobos, que curiosamente habían dejado de aullar y sólo ladraban. – Pero es que está esquilmando la comida del bosque, ¡algo tenemos que comer! – Haya paz- intervino el hombre – es cierto que ha sido un año duro para el bosque y aunque no sea por nuestra culpa, colaboraremos y compartiremos nuestras cosechas con todos los animales.

Con esa promesa no pudo fallar y con una amplia mayoría se aceptó que el hombre rigiera las normas del bosque en adelante, quitando al resto de especies del peso de tener que tomar decisiones tras largos debates. Al año siguiente a penas quedaban ratones porque el hombre no había cumplido su promesa, pero ya no quedaba modo de enfrentarse a sus actos siguiendo las normas, pues él tenía el poder y hacia y deshacía las normas a su antojo.

Autor: Javi López G.

Arquitecto/desarrollador, creativo, buscador de nuevas soluciones y modelos de negocio, crítico constructivo y ex muchas cosas

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